NICOLÁS PEÑA POSADA

Nicolás Peña Posada (Bogotá, Colombia. 1991). Literato y Maestro en Arte de la Universidad de los Andes. Magister en Creación Literaria de la Universidad Central. Actualmente es docente universitario en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz donde además dirige la revista Suma Cultural. Ha publicado los libros: Mi madre es la única que lee mis poemas, Cocinar no es para todos los poetas y su tesis de maestría titulada: La abuela nunca llora cuando corta las cebollas. Sus poemas han aparecido en la Antología de poesía joven de Bogotá: Pecados capitales, libro editado por ediciones Exilio, y en diferentes revistas nacionales e internacionales, entre ellas: Raíz invertida, La otra (México), Sombralarga,  Otro páramo, etc. Es coeditor y cofundador de Ruido ediciones. Su libro Los desiertos del hambre obtuvo mención de honor en el Concurso de Poesía Tomás Vargas Osorio.

***

Lo gordas que están las nubes

Salgamos más tarde a la lluvia

¿te acuerdas cuando te dije 

que tenía un corazón de gusano?

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Hoy es el día indicado para abolir los esfuerzos

juntarnos en una banca a seguir el camino de los aviones 

sacar cuenta de los suicidas 

que nunca cumplen con sus fechas

anotar el rostro del panadero cuando se quema el pan

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No sé de utilidades y creo más en los enfermos

y su rabiosa forma de morir

no conozco el precio exacto del petróleo

y prefiero que me hablen 

sobre el olor de los turpiales 

cuando el granizo rompe sus alas

.

tantas cosas que no sabemos, amor

tantas horas que hemos pasado dormidos

y sin embargo seguimos acá

en las vísperas de este siglo que arde

junto al grito de los vagabundo 

que inflan el pecho y pasan la calle sin mirar

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yo quisiera ser como ellos 

no saber que hoy es mayo todo el día

que mañana toca saldar algunas cuentas con el banco

que de nuevo es necesario lavar la ropa

ante de que vuelva a llegar el moho

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Mira no más, en esto se ha convertido el mundo:

un lugar hostil donde nadie se detiene a mirar

lo gordas que están las nubes 

últimamente. 

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Las cosas sencillas

Nos imagino sentados

en unos años 

viendo el pasto crecer

las luces por la noche alumbrar

el camino de los tristes

que pasan mendigando pan y agua

nosotros, juntos

con el cuerpo ardiendo 

una montaña al frente

perdida entre la neblina

y un perro centinela

como dice la canción

protegiéndonos de los espantos

lilas, margaritas, dientes de león 

el amanecer en la punta

amenazando con arrebatarnos la oscuridad 

que crece en la piel de las hormigas

nos imagino con una casa bella

sapos, culebras y guacharacas

queriéndonos como se quieren 

las cosas sencillas:

el agua y las piedras

el sueño y las hojas.

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Yo por ti tendría un futuro

pero prefiero que juguemos maquinitas 

Todo el tiempo es para ti 

hasta que se abran los relojes

hasta que por fin caiga el sol y se rompa la tierra 

hasta que se iluminen los muertos sembrados en la lluvia 

tengo una herida en el brazo por si la quieres ver

tengo los nudillos raspados por si te interesa 

tengo el amor en modo expansivo 

y dos animales que saco a pasear

cuando alguien me gusta

bailemos este canto de nubes 

hagamos una pista en los charcos 

mi don es el cielo y los aviones

el camino de regreso de los astronautas 

yo por ti volvería a trabajar 

aunque preferiría que pasáramos el día juntos

nada de helados, eso sí

unas empanadas y dos cervezas

o si quieres nos sentamos en el round-point de la 19 

a ver pasar los carros mientras nos mordemos los dedos

soy de los que caminan para atrás 

soy de los que regala y firma poemas que no ha escrito 

es decir que puedo mentir fácilmente

pero tengo un buen repertorio de libros 

podríamos también ir a la montaña

y hacer huecos en la tierra o en las piedras 

para guardar nuestros juramentos 

me han dicho de un lugar sagrado a unas horas de la ciudad

tal vez allá encontremos donde dormir esta noche 

o si prefieres nos gastamos la plata que no tenemos

comprando pequeños dulces de mora 

y collares con nombres para los perros de la calle

recorreríamos la ciudad bautizando cachorros ciegos

mientras nos buscan nuestros jefes 

y el país otra vez se va de culo pal estanco

por mí que siempre gane el amor 

más un día como hoy en que me creo valiente

y soy capaz de acompañarte en bus a tu casa

así me toque caminar de regreso 

con los cordones desamarrados

así no tenga dónde llegar a dormir

pero sí una esquina para escribirte algunos versos sueltos 

debajo de los puentes, en los baños de las peluquerías

en esas fronteras invisibles que dividen los barrios

hoy me entrego como un hombre generoso

yo podría volver a creer en Dios 

pero prefiero que nos quedemos acá sentados

silbando en el parque de los periodistas 

mirando a las personas quejarse

mientras nos tocamos las rodillas 

y hablamos de los lugares que todavía no conocemos 

yo por ti volvería a estudiar y tendría un futuro 

pero no hay nada como desaprovechar el tiempo juntos

haciendo burbujas con agua y jabón 

contándonos nuestros secretos de niños

cuando todavía sabíamos amar y elevar cometa.

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Cantemos juntos Guillermo Buitrago 

Moriría de tres balazos por amor 

sin pensarlo moriría en esta ciudad 

de parques grises con basura en sus fuentes

de tardes lluviosas donde los perros 

escampan con los hombres que han sido olvidados 

por las bases de datos de los bancos (afortunados ellos)

moriría por amor en cualquier estación de bus

después de habernos tocado las yemas de los dedos 

después de haber revelado nuestro temor a la muerte

y lo mucho que odiamos a los paramilitares

moriría un viernes si me amas 

si me llevas a la montaña para hablarme 

del daño que le hacen los pinos a esta tierra

de cómo era la ciudad hace cincuenta años 

cuando todavía había trenes

y los días de fiesta las familias

hacían mercado en las plazas 

no hay nada más que morir de amor

en este país de fosas comunes 

en esta tierra de niños que juegan a la guerra 

en esta patria de cuerpos desaparecidos 

donde han comenzado a crecer todos los mangos negros 

moriría de amor cincuenta y tres veces

es la única forma de resistir las elecciones presidenciales

el salario mínimo, la canasta familiar 

todos los N.N que en las noches golpean las puertas

pidiendo un poco de café para las heridas 

entonces entono tu nombre en la cantina 

y pongo doscientos pesos en la rockola 

para que cantemos juntos 

el Grito Vagabundo de Guillermo Buitrago 

las coplas de Reinaldo Armas 

por la memoria de nuestros abuelos 

que tuvieron que prestar el servicio militar

y nunca leyeron a Sartre o a Fernando González 

por la memoria de nuestras abuelas 

que se la pasaban todos los días cocinando y planchando ropa

y nunca leyeron a Duras ni a Marvel Moreno

por la memoria de aquellos que crecieron 

sembrando minas en los caminos de tierra 

y nunca se aprendieron un poema de Passolini o de Helí Ramírez 

moriría por ti en la plaza de Bolívar 

al lado de la tienda de doña Cecy

frente a la escultura de la mariposa que hizo Negret

donde llegan hombres a protegerse de la lluvia 

moriría en San Victorino una mañana fría

mientras las madres van con sus hijos

a comprar los útiles escolares de comienzo de año

y un hombre ofrece tarjetas de chicas en bikini 

moriría de catorce puñaladas por amor 

para que en mi funeral llegaran a recitar poemas de Cavafis

todos aquellos hombres que han amado en secreto a otros hombres

para que en mi funeral cantaran poemas de Lorca 

todas aquellas personas que han escuchado 

el silencio que queda después del ruido de los fusiles 

moriría de tres balazos en la frente por amor 

un domingo en el mercado de las pulgas 

mientras nos besamos y miramos los rayos quemar las carpas amarillas 

mientras hablamos de Zurita y de las ventanas

mientras cogemos nuestras bicicletas 

y andamos por la ciudad esquivando huecos 

escuchando las voces de los vendedores de películas piratas 

enredarse con los frenos oxidados de los buses 

moriría felizmente de tres balazos por amor 

un día cualquiera cuando en una esquina 

un niño le cure un ala a una mosca

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todo lo demás es vano e inútil.

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El universo se expande cada año

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El universo se expande cada año 

la materia se descompone más rápido bajo el sol 

y los árboles del parque crecen algunos milímetros al día 

la mujer que amo vive lejos y ya no piensa en mí 

es normal el color del cielo este día de enero

normal los perros que cagan en el pasto

normal el paso débil de mi abuelo a sus 89 años 

todo es simultáneo en el viento 

y en el corazón de los pájaros amarillos 

acaban de nacer mil millones de estrellas

acaban de morir 155 520 personas 

sin las abejas no podríamos subsistir

hay botellas de plástico en el corazón rosado de las ballenas

mi madre se lava la cara y piensa en su hipertensión 

Júpiter tiene una inclinación de 1, 30530° según Wikipedia

estos son algunos datos de mi familia 

del barrio del mundo del sistema solar

y también me siento solo a pesar 

de las infinitas galaxias que pueblan mis axilas

pero no todo es motivo de felicidad o de tristeza

somos indiferentes para el cometa que viaja 

a una velocidad de 112.000 k/h 

y eso es mucho más de lo que nunca podremos tener 

en todo caso en un planeta de plomo (que no conocemos)

alguien (que no conocemos) 

sobrevive a una peste de insectos (que no conocemos)

y canta en un idioma de señas a la noche 

estas líneas son para esa persona

que nunca podrá entender lo que escribo 

y también para María, que ya no lee mis poemas.

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