DIANA CAROLINA DAZA

Diana Carolina Daza. Bogotá 1980. Poeta, promotora cultural y editora del sello Piedra de toque. Ha publicado los libros: El abrazo de los días grises, El nacimiento de la Gargoleana y El azul de las cosas. Intérprete del dúo Pelo e’ gato. Actualmente trabaja como tallerista de literatura para niños, niñas y joves con el programa Crea de Idartes.

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***

Revelaciones al cerrar la puerta

Ahora que los dibujos de los niños  

                        son cometas que abrazan 

pienso en el peso de la noche, 

                          si estuvieras aquí

esperándome

con tu pijama de súper héroe 

para hablar de cosas imposibles.

Sí, al dormirte

me robaría tu olor a aserrín de lápiz 

y jabón de almendra 

sí, excavarías mi mochila buscando dulces

sí, cantaríamos en la ducha, 

sí, al cruzar la plaza Bolívar 

me preguntarías por la enfermedad de las palomas 

y por qué el niño del noticiero

se quedó dormido en la orilla del mar. 

No sé si tendré respuestas  

sí, cargaré tu risa 

calmaré tu rabia

o simplemente 

nos encontremos en un sueño

para jugar a las escondidas 

y nunca me encuentres 

y yo te olvide. 

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Fidelina

Obrera de la tierra

partera de becerros y cosechas de fruta

dama de hierro fundido en néctar de flores 

y leche

perfume de hierba y leña.

Cargas en el vientre 

las heridas de los hijos enfermos

los hijos que no volvieron

los hijos de los hijos que no engendraste 

pero vieron la luz en tus manos. 

Tú, un nombre 

escrito con sudor en los árboles 

es la huella del trabajo de la mujer en el campo

heroína invisible de los pueblos.

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Fiesta de muñecas

Hay muñecas de madera

que crujen cuando suena un tango

muñecas de trapo que cosen ventanas

muñecas nostalgia de marimba

tabaco de tristeza

muñecas terciopelo de montaña 

que desatan nudos 

para bordar jardines de espejos.

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No importa el material del que están hechas

al caer de la repisa

pierden brazos

piernas

ojos

valentía

y así, con la mano que les queda 

alzan la copa y cantan en grupo 

cuando el temblor esconde su gesto de victoria.

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Es derecho de las muñecas caerse

quebrarse

liberarse de la incómoda costumbre 

de la forma correcta.

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Diane Arbus

He venido a hablarte de la admiración que sentí al entrar en el cuarto oscuro donde revelaste la belleza de los desterrados del sol, y termino entregándote el retrato de una mujer mutilada por su propia mano. No me lo estás preguntando, nadie lo pregunta, pero este estado de infertilidad en las palabras es miserable. 

Sin que mis páginas florezcan, insisto en escribir, pero solo una pesada capa de musgo, que cambia de verde a gris, de gris a negro, se extiende sobre ellas.  Mis palabras no han alcanzado a ser más que leña verde, fetos de pájaros y tigres y cometas sumergidos en frascos con formol, puestos sobre la repisa de los intentos fallidos. 

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