En Colombia, ha habido un preocupante aumento en el rechazo hacia los extranjeros debido a la migración de ciudadanos venezolanos. Estos venezolanos se han visto obligados a buscar otras oportunidades de trabajo y una vida digna debido a la crisis actual en su país, ya que en estos momentos resulta difícil lograrlo en su lugar de origen. Como resultado, han migrado a varios países de Latinoamérica, en particular a Colombia debido a la proximidad geográfica. Lamentablemente, este flujo migratorio ha generado un incremento en la xenofobia y la discriminación por parte de la población colombiana, quienes estigmatizan a los venezolanos como criminales, portadores de enfermedades y deshonestos, entre otros conceptos negativos. Esta generalización perjudica a toda una población.
Para abordar este problema de discriminación y xenofobia que se extiende a lo largo de Colombia y Latinoamérica, es importante tener en cuenta el contexto histórico de las migraciones y comprender por qué y cómo surge esta migración hacia otros países. Un ejemplo reciente y actual es la migración de mexicanos, en su mayoría, y de otros latinoamericanos hacia Estados Unidos, en busca del llamado «sueño americano», que representa la esperanza de prosperar y tener éxito laboral. En el pasado, Estados Unidos experimentó un auge económico tras el final de la Guerra Fría en 1989, lo cual motivó a muchas personas a querer formar parte de ese país. Sin embargo, cuando los mexicanos comenzaron a llegar en busca de nuevas oportunidades, algunos recurrieron a actividades delictivas para sobrevivir en su nuevo entorno. Estos incidentes llevaron a la creación de estigmas sobre la población latinoamericana, etiquetándolos como ladrones, estafadores y asesinos. Como consecuencia, los ciudadanos estadounidenses comenzaron a implementar controles más estrictos contra los inmigrantes ilegales, e incluso hubo grupos civiles violentos que actuaron contra ellos.
En Estados Unidos, los estadounidenses comenzaron a estigmatizar y discriminar a los mexicanos y latinoamericanos simplemente por ser extranjeros, sin considerar su estatus legal en el país. En muchas ocasiones, esto violaba su derecho a no ser criminalizados, ya que el ingreso no formal al país por parte de los migrantes no debería ser motivo para considerarlos delincuentes. «Ser una persona migrante no implica ser delincuente» (derechos de las personas migrantes, s.f.). Además, se violaba el derecho a no ser discriminado, ya que los ciudadanos estadounidenses juzgaban a los migrantes por su color de piel o aspecto físico característicos, sin importar si eran legales o ilegales, criminales o no. La situación de los migrantes latinoamericanos generó tal odio racial y xenofobia que los ciudadanos estadounidenses votaron por un candidato presidencial que prometía construir un muro en la frontera con México para evitar la entrada de migrantes «delincuentes» a Estados Unidos.
Otro ejemplo más reciente de esta situación ocurrió, cuando comenzó a propagarse el virus Covid-19 originado en China. Esto provocó un sentimiento de desprecio hacia la población asiática en general en muchas partes del mundo. Quiero dejar claro que la xenofobia y la discriminación persisten en la época actual y que actualmente están en aumento en nuestro país.
Los migrantes venezolanos están huyendo de su país debido a las condiciones precarias en las que se encuentran. No tienen empleo o, en caso de tenerlo, reciben salarios muy bajos además, hay escasez de alimentos y productos básicos. Por estas y otras circunstancias, han decidido buscar nuevas oportunidades en otros países, empezando prácticamente desde cero para ellos y sus familias. Es importante tener en cuenta que estos migrantes no son los responsables de los problemas existentes, y los estigmas sociales que surgen a raíz de su presencia solo contribuyen a cargar culpas injustas sobre ellos.
Los medios de comunicación han empezado a realizar campañas que fomentan el miedo y la xenofobia hacia los migrantes, lo cual afecta a la población colombiana. Se publican afirmaciones como «Colombia en riesgo de epidemia por enfermedades traídas por venezolanos» (publicado por Publimetro), pero en realidad, desde el inicio de la migración hacia nuestro país, no ha habido un riesgo real de epidemia por las enfermedades mencionadas en el artículo, como la malaria, el dengue, la tuberculosis o el sarampión, otra mentira difundida es que todos los migrantes vienen a robar. Aunque se escuchan a diario casos de delitos en el país, es importante tener en cuenta que Colombia ya enfrentaba problemas de atracos, secuestros y asesinatos mucho antes de la llegada masiva de los venezolanos. Según un extracto de la revista Semana, «En el país hay 120.299 colombianos presos. Es decir, que la población venezolana presa representa el 1,2 por ciento del total. Y de los 1.630.903 venezolanos radicados en el país, los delincuentes representan el 0,09 por ciento«.
Además, se difunden rumores de que los trabajos escasean debido a que los venezolanos aceptan salarios más bajos por la necesidad de encontrar empleo. Aunque esto puede ser cierto, también es responsabilidad de los empleadores aprovecharse de personas en situación de necesidad. A raíz de todos estos prejuicios creados por la sociedad hacia una población específica, surge la xenofobia y la discriminación, sin tener en cuenta que esas personas son iguales a cualquier otra en el mundo, pero se encuentran en circunstancias económicas diferentes. Cuando los seres humanos se ven afectados, a veces desarrollan rechazo hacia quienes son diferentes o pertenecen a otro grupo social, como en este caso, la nacionalidad o la región. Esto crea una cadena casi interminable y de diferentes escalas: los europeos repudian a los norteamericanos, los norteamericanos repudian a los latinoamericanos, los colombianos repudian a los venezolanos, los bogotanos repudian a los paisas o viceversa, los del norte de Bogotá repudian a los del sur, los del barrio A repudian a los del barrio B, y así sucesivamente. Se olvida que, al final del día, todos somos seres humanos y deberíamos ser juzgados en igualdad de condiciones. Como dice Silvina Ribotta en su artículo «Desigualdad no es igual a diversidad humana ni a la natural diferencia entre las personas, sino que alude a cuando estas diferencias generan exclusión y discriminación«.
Una de las estrategias para abordar este problema es la propuesta por la ONU, que se encarga de la cooperación internacional en la solución de problemas económicos, sociales, culturales o humanitarios. Para ayudar a la integración de los venezolanos en 14 países de Latinoamérica, la ONU tiene un plan que incluye la creación de centros de información, recepción, orientación y asistencia a refugiados y migrantes, así como el fortalecimiento de los sistemas nacionales de determinación de la condición de refugiado. También se propone establecer una plataforma de orientación y desarrollo del capital humano. Estas medidas tienen como objetivo ayudar a los migrantes venezolanos con los trámites necesarios para encontrar trabajo de manera legal, brindarles asistencia médica si es necesario y ofrecer posibles subsidios por parte de los gobiernos de los países de acogida.
Según un estudio del McKinsey Global Institute, los migrantes transfronterizos, la mayoría de los cuales se desplazan por razones económicas, representan el 3,4 % de la población mundial, pero su contribución alcanza casi el 10 % del PIB global. Dado que la productividad tiende a ser alta en los países desarrollados, donde reside la mayoría de estos migrantes, su trabajo tiene un impacto significativo que conduce a beneficios económicos a largo plazo. Por lo tanto, es importante reconocer la importancia de los migrantes en nuestro país, ya que pueden contribuir al crecimiento económico de diversas formas, como ocupar empleos que los nativos no desean y formalizarlos, lo que eventualmente les permitirá contribuir con el pago de impuestos. En este sentido, Colombia ha dado un paso al regular temporalmente a los venezolanos, lo que les brinda protección y una visa de residencia de hasta 10 años. Esta medida busca establecer igualdad de condiciones para todas las personas, ya sea en términos de igualdad ante la ley, igualdad formal o igualdad material.
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