«En el corazón de la montaña: la comunidad indígena Awá y su valiente resistencia»

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Foto por: Goraymi.com

La comunidad indígena y pueblo Awá, también conocidos como «la gente de la montaña», cuenta con una población estimada de 25.813 personas según el Censo Nacional del DANE en 2005. Esta comunidad se encuentra geográficamente ubicada entre Colombia y Ecuador, aunque la mayor parte se encuentra en territorio colombiano, en los departamentos de Nariño y Putumayo, en municipios como Cumbal, Santa Cruz de Guachavez, Mallama, Roberto Payán, Tumaco, Ipiales, y principalmente en los municipios de Barbacoas y Ricaurte, donde se encuentra la Reserva Natural La Planada, que forma parte de su territorio ancestral y está protegida por Pialapi-Pueblo Viejo.

El pueblo Awá posee diversas características culturales, entre ellas su lengua Awapít, la cual está relacionada con la lingüística de otros pueblos indígenas como los Chibchas y su lengua ancestral, el chibcha, sin embargo la lengua Awapít se está perdiendo progresivamente con el paso de las generaciones, ya que son muy pocos los que la hablan con fluidez en sus comunidades, y el aprendizaje para los más jóvenes es limitado, con solo una hora diaria, lo cual consideran insuficiente para dominarla. En cuanto a la música, practican la marimba, los tambores y las flautas, interpretando melodías creadas por los Awá, estas prácticas musicales se entrelazan con otras tradiciones, como el baile. Para los Awá, la cocina y la estufa no son simplemente lugares para cocinar, sino espacios de encuentro familiar, donde los mayores comparten historias y conocimientos con los jóvenes mientras preparan los alimentos.

El territorio donde habitan los Awá es considerado sagrado. Talan los bosques en la medida mínima posible y evitan las quemas para deshacerse de sus residuos para ellos, los lugares donde nace el agua son de vital importancia ya que nutre sus cultivos, los alimenta y les permite lavar sus ropas. Tienen una filosofía de conservación ambiental para poder seguir viviendo en armonía en estas tierras, pensando en las futuras generaciones. En su cultura, las mujeres se dedican a elaborar canastos para transportar sus cultivos y a sus hijos, estos canastos se cargan en la cabeza, liberando las manos para recolectar alimentos y realizar otras actividades, la mujer ha asumido un papel más destacado en su cultura, desempeñándose como lideresas sociales y gobernadoras en algunas ocasiones. 

Las comunidades indígenas han sufrido desplazamientos de sus tierras desde hace muchas generaciones, durante la época colonial española, en 1525, fueron expulsados de sus territorios debido a la explotación de minerales preciosos como el oro y el cobre. Durante el conflicto armado interno en Colombia, estos pueblos indígenas han sido especialmente afectados, no sólo en términos territoriales, sino también perdiendo vidas en medio del fuego cruzado y siendo señalados por ambos bandos como colaboradores del otro, los grupos armados los asesinaban alegando que eran informantes del ejército colombiano, y además reclutaban a los jóvenes en sus filas. Por otro lado, el ejército también ha cometido numerosos casos de asesinato, confundiéndolos con guerrilleros. Estas circunstancias han obligado al pueblo indígena Awá a abandonar sus tierras sagradas en busca de mejores oportunidades de vida, aunque muchos ancianos se resisten a dejar sus territorios y a menudo se ven afectados por minas antipersonales colocadas por los grupos guerrilleros para perjudicar a los militares.

En la actualidad, los Awá aún se enfrentan a disputas territoriales y a problemas como la minería ilegal de oro, que, aunque aún no involucra a grandes multinacionales, se lleva a cabo de manera ilícita. También deben lidiar con grupos de narcotráfico y tráfico de armas, así como con la siembra de monocultivos que afectan el ecosistema, como la palma de cera plantada por empresas.

Después del acuerdo de paz en 2016, el gobierno otorgó y reubicó a 17 familias Awá en 239 hectáreas de tierra para cultivo y vivienda sin embargo, esto no es suficiente para estas familias, ya que carecen de servicios básicos, al ser desplazados de sus tierras, tuvieron que empezar desde cero y no cuentan con los recursos necesarios para llevar una vida digna, con viviendas en buenas condiciones y servicios básicos como agua potable o electricidad, necesitando proyectos productivos para cultivar la tierra y asegurar su alimentación.

Las mingas indígenas han tenido que ingeniárselas para salir adelante con lo que tienen, muchas han decidido convertirse en guías turísticos en reservas naturales, un trabajo que les ha ayudado mucho, ya que les permite proteger su territorio y al mismo tiempo enseñar a los turistas la importancia de estas tierras tanto para ellos como para el medio ambiente. Sin embargo, aún necesitan apoyo del gobierno para garantizar la seguridad en estos territorios. Aunque se haya alcanzado un acuerdo de paz, aún existen disidencias que continúan delinquiendo en estas zonas y causando grandes problemas.

Es fundamental que se cumplan los derechos de la comunidad indígena Awá, como la delimitación de sus territorios, para que todos estén informados sobre qué áreas están protegidas y así ellos puedan luchar legalmente por ellas, es importante restituir más tierras para que más familias Awá puedan regresar a sus territorios. También es necesario brindarles acompañamiento social para que puedan acceder a viviendas y servicios básicos.

Por otro lado, el gobierno nacional debe garantizar su seguridad, ya que los grupos disidentes y el cultivo y tráfico ilegal de sustancias representan una amenaza. Los proyectos de fumigación con glifosato afectarían gravemente las tierras de los Awá, dañando sus cultivos y perjudicando su salud a corto y largo plazo debido a la exposición a estos químicos tóxicos. Esta situación ha desencadenado un conflicto interno entre los indígenas Awá que intentan defender sus tierras y la criminalidad que busca controlar los territorios en beneficio propio, un problema grave derivado de esto es el asesinato de líderes y lideresas sociales, lo que siembra el miedo en las comunidades, si no se brinda acompañamiento y soluciones por parte del Estado, estas comunidades se verán solas en su lucha por los territorios, arriesgando su vida y enfrentando el desplazamiento forzado una vez más debido a la violencia.

Manuel Hernández
Manuel Hernándezhttp://www.occidentexxi.com
Soy periodista y comunicador social egresado de la Universidad Central de Colombia. Además, realicé un Taller de derechos humanos, derechos de los niños, jóvenes y adolescentes, convivencia escolar y construcción de paz y reconciliación en colaboración con la alcaldía de Suba. Cuento con experiencia en reportajes, gestión cultural, redacción, edición y cobertura de eventos. Soy una persona objetivo, responsable y creativa, con habilidades en el manejo de herramientas digitales y pensamiento crítico. Actualmente, trabajo como periodista en la Revista Occidente XXI, donde me dedico a investigar, redactar y editar artículos, así como a cubrir eventos culturales y deportivos. Mi objetivo principal es contribuir al crecimiento de la revista y fortalecer su presencia en medios digitales.

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