PAOLA SIERRA

Paola Sierra (Valledupar, Cesar 1984). Artista plástica y poeta, publicó el libro de artista entre la poesía y la fotografía: “Cosas que aparentemente no importan y/o siguen sin importar” en el 2021. Ha participado en exposiciones colectivas en Colombia y Argentina con obras que rondan el grabado, el dibujo, la instalación fotográfica y la poesía. Actualmente se desempeña como artista formadora de creación literaria en el programa Crea de Idartes. 

***

Zancudo 

I won’t cry, so they fly,
I just smile, and they go wild!
Life doesn’t frighten me at all.

Maya Angelous

En la sombra, entre las letras y el papel 

blancuzco quizás rosa

el zancudo miserable camina, 

mientras tanto cada palabra que pronuncio 

otorga valor a esta buena noche.

.

-”La vida no me asusta” 

Se revelan los motivos que impulsan

este andar continuo dentro del poema. 

.

La vida no me asusta,

-¡Mentira!

.

Mueve las antenas el zancudo y emprende

(inesperada la huída)

.

La vida insiste en zarandearnos. 

.

.

.

.

¿Cómo decirle a la niña 

que la justicia no es la polícia, 

si el bocado que recibe 

viene de

su tombo padre? 

¿Cómo decirle que quizás  él, 

ya no sepa quién es, 

que quizás olvidó ser pueblo, 

quizás, 

 a su impulso macho lo han hinchado 

y a su humano cuerpo

lo han golpeado, 

lo han retado, 

lo han negado, 

                           lo han comprado?

¿Cómo decirle que la guerra es hombre,

 falo, mulo, varón, 

que el poder olvida, oprime, 

y  ya no cree  

no puede creer en lo justo? 

¿Cómo decirle que en esta tierra

 todas hemos sido víctimas, 

que no podemos ser o somos a medias? 

¿Cómo decirle

                 si yo

       adulta, 

                mujer, 

                      profe, profe, profe 

también hoy

 soy  débil y tengo miedo?

.

.

.

.

En un archivo la vida,

vuelvo a los rincones abandonados. 

.

Una canción 

desdibujada

una fotografía complaciente en el cajón.

.

Lo sé.  

Hay lugares que dejarán de existir.

.

.

.

.

Usanza 

La mañana deja su rastro ,

 lo persigo. 

Oigo  el gentío, la queja,

                                             voy

torcida de nuevo

como dientes que envejecen,

 en un tubo de bus acomodo el culo,

como si  esa comodidad pudiese devolver 

                                  la dignidad de este  devenir entre barrio y barrio. 

Rutina es masticar, tratar de saborear y tragar. 

Un grito,

 una mirada a las malas, 

la duda de que lo que se está haciendo

 bien se hace. 

Pienso  en todas esas cosas no hechas 

 y cuido mi espalda,

lloro  sin lágrimas  y  maldigo sin voz.

( La esperanza  un pañito de agua tibia en la frente ) 

Nombrarse fuerte, fingir el orgasmo, convocar el vacío, 

                           vender la autonomía . 

En  esta ciudad también prestada,

obtusa

se me  pasan los días, 

yo  no  paso por ellos.

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