Oscar Alvins, nació en Cumaná, capital del Estado Sucre, Venezuela. Licenciado en Educación Integral de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela; Maestría en Educación Ambiental de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Profesor multifacético, como él mismo diría, pues ha laborado en diferentes ramas y niveles educativos, desde las Ciencias Naturales hasta el teatro. Es un ambientalista de formación y corazón. Obsesionado por la buena escritura y dicción. Ha escrito diferentes narrativas, pensamientos profundos y elucubraciones solo compartidas, hasta ahora, con sus estudiantes y algunos amigos.
Llega a Colombia en calidad de inmigrante a causa de la difícil situación política, económica y social que atraviesa su país. En Bogotá decide aflorar sus cualidades poéticas presentando un primer compendio de poemas denominado “Las estaciones del corazón”.
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¿QUÉ PASA?
Paredes frías
Soledad acompañada
¿Qué pasa, corazón?
Alegría arropada de tristezas
Libertad prisionera
¿Qué pasa, corazón?
Nudos quemados
Fuego sin lumbre
Prisión de sensaciones
Prisión desencadenada
¿Qué pasa corazón?
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¡RELOJ!
¿Qué es el tiempo?
Monstro voraz que envuelve al humano
Nos mide, nos reta
Nos invita a volar
¡Detenedlo!
Detenedlo ya, amigo reloj.
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SECUESTRO!
¿Detener el tiempo?
¿Tendrá sentido detener el tiempo?
Sería como querer silenciar el trinar de un ave.
Es como meter entre rejas de una desolada prisión al viento…
La luz tenue de una farola, esa que noche tras noche lucha contra el agua, el frío inclemente de la lluvia y la opacidad de la neblina.
Es querer quitarle la risa innata a los niños al jugar y robarle el estridente sonido de las patas a un grillo.
¿Acaso ha podido los desmanes de la vida secuestrar tus ganas de soñar?
¿Desvanecer ese deseo indómito de servir y hacer feliz a los que te rodean?
Vamos tiempo ven conmigo, al fin de tiempos somos el mismo tiempo…
¡Manecillas de reloj!
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De regreso a casa
Al estar de vuelta en casa, caminando por las calles de mi tierra, respirando el aire de mi atmósfera y al visualizar las caras de mi gente, me doy cuenta que he sido desterrado… no es mi tierra, no es mi aire!
La cara desolada de los niños en las calles, el reflejo de sus ojos, así me llaman: desterrado!
Jóvenes de figura lánguida y empeño de revolución defienden un efímero inconcretable e insoluble… el ceño fruncido de su frente me dicen que no estoy en casa… me llaman desterrado!
El aire cálido de mi tierra aún guarda ese olor al iodo contenido en su vasto mar y me dicen sí, estas en casa. Pero al voltear la mirada en ese amplio azul, el grito de una joven madre luchando contra el viento, midiendo su voz entre ráfagas de aire… ofrece a las almas acongojadas de cuerpos enrojecidos, bisuterías y tatuajes temporales… ese grito golpea mi alma y responde de forma violenta, con una pregunta retórica e indignante ¿Qué más tatuada puede estar una persona en mi tierra?
Cicatrices purulentas, sangrante de rojo hedor estremecen sus almas…desterrados!
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Paisaje
Camino por las calles en busca de mis pasos
pasos borrados, huellas sin pasos
Cansado de tanto andar, entre corrientes de pensamientos indiluibles
fieras en carnes humanas que quizás caminan sin huellas
acertijos en veredas con pasos y sin huellas…
la mirada de un perro, la sonrisa de un niño y nuevamente esa calle oscura y esa mañana fría, no existen pasos.
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Traición
Cuando crees que terminó, vuelve a llover
Traiciones disfrazadas de verdad
Verdades incompletas, frases insostenibles
Acciones sin sustento ante palabras sin raíces
Un “te amo” hueco como cual tambora destemplada
Pasión disfrazada de amor y nuevamente el “te amo”
Ese que se extingue junto con el deseo consumado.
Llama que se achica y evapora ese “te amo”
¿Será amor condicionado? ¿Será el precio por el dolor causado?
Las cartas repartidas y el rey destronado.
¡Paciencia caballero de hojalata!