Natalia Montejo nació en Bogotá, Colombia. Es escritora y profesional en Estudios Literarios con una Maestría en Filosofía de la Universidad Javeriana. Cuenta también con una Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad de Salamanca-España. Se desempeña como docente en UNIMINUTO en el Programa de Comunicación Social-Periodismo. Lidera el proyecto de escrituras creativas El Árbol Rojo del que hace parte su programa radial sobre literatura.
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El adjetivo en el psiquiatra
—Son los poetas, doctor,
me espantan.
Sus rostros reflejan vergüenza.
Si aparezco en su escritura,
soy el granuja,
el desdeñoso,
el que no tiene temor de Dios.
Me tachan,
me quiebran,
me limpian,
me borran.
En mi pecho cargo la insignia amarilla.
Soy el que no debe aparecer en la fiesta.
Pero cuando la noche deja de ser noche
y es blanca,
o la leche,
negra, en la voz de Celan,
me miran de reojo
y ruegan que no los abandone.
Eran otros tiempos
en los que fui feliz.
Hoy soy El hombre del saco,
atemorizo
al poeta.
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Los abuelos
Arcilla cocida y dura
Alma de verdes collados
Jorge Carrera Andrade,
Jorge Enrique Adoum,
Hugo Alemán
En esa taza de cerámica hecha a mano,
el café de la mañana me espera caliente.
En ella el día sabe bien,
el volcán retumba en el fondo.
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Tuve la suerte de encontrarla abandonada
en el mercado de Otavalo
Estaba escondida detrás de las tinajas.
Se refugiaba en la sombra.
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Las manos de una joven me la entregaron
como si fuera un copetón lleno de frío.
“Antes fue barro y ceniza del Imbabura” me dijo,
“hasta que mis abuelos le dieron su forma”.
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Sus abuelos y los míos
.
fueron enterrados en vasijas de barro.
}
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Sin bailar
Ya te lo dije traigo de todo,
caserita, no te acuestes a dormir
sin bailar la rumba que vacila
Ismael Rivera
Detrás de la barra
los discos de vinilo
aguardan la noche
para resucitar a los muertos
.
De las tumbas
surge el Sonero Mayor
La descarga de la trompeta recuerda
la promesa del carguero de cemento
Promesa de los humildes que levantan la voz con ritmo
con sal en la boca y llagas en los pies
.
Una oración al Nazareno
Un grito entonado de la negra que no soy
Un arrullo del mar
que jamás tuve
.
El eco del tambor que golpea la montaña
se levanta con otro ritmo
Golpes y vientos más fríos
Frente a la pista de baile
sin bailar
soy un árbol en la niebla
.
El bar se llena con parejas listas para el bongó
Muchas caras lindas
Caras que hablan distinto
Sombras movidas por el fuego
.
Lástima que abandoné el tabaco
cada vez me alejo más de eso que calcina
.
Los acorralados
Si los elefantes no rompen la cadena que los ata,
¿qué esperar del humano frente a las suyas intangibles?
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Si el brío de los caballos salvajes
no acaba con la madera del establo,
¿cómo el suspiro del mendigo
quebrará la cerca del hambre?
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