MALENA MARTINIC MAGAN (CHILE)

Nació en Punta Arenas, Región de Magallanes (Chile).Es Psicopedagoga y Diplomada en Ciencias Sociales .Hija de padres militantes, debió salir de Chile en 1974, luego del golpe de Estado al Presidente Salvador Allende.

Participó en encuentros de poetas y escritores en Latinoamérica en los últimos años. Presentó sus libros de microrrelatos Amoralarabia, La Garantía (Prosa Amerian, 2015) Culoconculo.(,Prosa,2018) y  en Bolivia, Chile, Argentina, Colombia, España(Barcelona, San Sebastián, Gandesa y Sevilla) y México. Trabajó como Jurado en reconocidos certámenes Latinoamericanos literarios y musicales.  Trabajando, actualmente, en la  presentación de la novela EL HOMBRE MÁS LINDO DEL MUNDO, (Malisia 2019).

***

SEÑORITA

-¿Algo para beber?

-La vie en rose.

Cuando me alzaron a mirar ponedoras y pollos flacos en una ventana lindante al gallinero.

Y acariciaba mi pelo de 3 años y su olor ácido  algo parecido a la menta.

Y mis piernas con un temblor que sonaba a noches en las que aullaba el lobo.

Y parada en un banco de cocina y la promesa de un pajarito que me  acariciaba la  piel de ambos muslos.

¿Algo para beber? La Vie en rose.

Cuando lo vimos hacer pis en un árbol y reímos.

Reímos fuerte y culpables.

Y fue el ataque en ese parque de árboles legendarios y olor a alcohol

Y arrebato y chupadas.

Y llanto y mis piernas abiertas, vencidas, sabiendo que era muerte o suerte a mis 10 años.

Y sus dedos entrando en mis entrañas.

Y gritos y declaraciones y lavaje con espadol.

Todo el cuerpo que ya no era mío.

¿Algo más para beber? La Vie en rose.

Cuando sonó la alarma del camión.

Y bajaron de a cuatro.

Y uno con la lengua, y otro con mi historia, y ese con la fuerza y este con la risa de dientes amarillos. Y uno a uno.

Y el dolor como anestesia que por fin envolvió todo.

Y la vergüenza que le ganó al derecho. Y la culpa que triunfó sobre la marea

¿Algo más vas a beber? La Vie en rose.

Y el amor.

Por fin el amor que todo lo ilumina.

Y su puño seco directo al tabique. Porque nada se o lo sé todo a veces.

Y  su mano abierta a la nuca. Sacudiendo la cabeza. La gallina degollada y todos los cuentos de Quiroga.

Y el escape imposible, solo en sueños.

Y vecinos en silencio.

Sola. Con paciencia, sonriendo con paciencia había dicho mi madre.

¿Algo para beber? La Vie en rose.

Y la academia y la escena. La editorial de palabras. Y el grito en metáfora. Por fin el alivio, el retorno al significante.

Cuando dijo que era buena, que era necesario que el mundo conozca mi obra. Y me encerró en la oficina.

Cuando me invitó una copa hablando del poeta maldito y cerro con llave otra vez y prometió olvidar.

Cuando me esperaba en la esquina, me seguía en amenazas, hasta ahogarme y dudar hasta de mi nombre.

¿Algo para beber? La Vie en rose.

Licor de frambuesa, ginebra, zumo de limón, frambuesas frescas y rosas comestibles y una mujer.

Ojalá sea verdad eso de que “ las muertas beben”.

.

.

.

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Menstruaciones urbanas

.

A veces, solo a veces, sangro en rojo.

Sangro en blanco y es un alivio,

cuando necesito sangrar más que nunca.

Y festejo

sin vos, feliz de ser sangrante.

Sangro en negro,

caliente, intenso,

sin importarme el sangrado,

más dispuesta que nunca.

Biendispuesta.

Y en azules, cuando miento.

Como en publicidades higiénicas…

cuando me disfrazo una vez más

para que veas a quién yo quiero que veas 

y no a mí.

Cuando no me puedo poner ni contenta con tanta alegría.

Sangro en verde, en pimienta

para herirte, con molestia,

dolores y olores.

Sangro con amigas sangrantes,

jugando en secreto a poseer el tesoro del sangrado.

Sangro en tu cama, en tu auto,

en el caño de tu bici.

Cuando bailo. Al hablarte.

Sangro rabia, plusvalías, hambre, hipocresías.

Marcho y sangro.

En la calle, en la plaza, en la tierra seca y con grietas,

tierra que ya sangró bastante.

Embarrando,

siempre embarrándolo todo.

Tan mujer que sangro

como hembra que no parará de sangrar.

Aún sin sangres.

Y hoy te amo sangrando,

por cada agujero,

hasta quedarme seca una vez más.

Y te pido, guiando manos y tripas,

que me ayudes a volver a sangrar en rojo.

.

.

.

.

A veces cuando te morís

.

A veces cuando te morís te escriben poemas horribles.

Los poetas de los muertos deberían ser más cuidadosos.

A mí, escribíme un tango. Bien caliente.

Contáles la tontita, puta y yegua que quisiste.

Cantáme un tango partido, por mi partida.

Sacáme en tango el corazón a un bandoneón

y estrujálo en versos,

hasta mostrar lo mustia que quedé después de tanto amor.

Lloráme a oscuras.

Encendé mil faroles para despedirme

y gritáme un tango desde el final del empedrado hasta mi muerte.

Que vale esta pena decirnos tango en la despedida.

O escribíme una zamba…

triste, nunca alegre.

Una zamba para bailar con manos, sin pañuelos.

Bailáme una zamba

a cajón abierto hasta que me siente y salte en un abrazo.

Hacéme el amor bailando,

para que no me odies.

Pondré cara de zamba,

sonreiré valiente

y sin temer la muerte escaparé al arresto.

Zamba de hombre sin botas

y mujeres con botas,

como gatos con botas,

como en un cuento.

Tocáme en guitarra sin enchufes,

contando mis fuegos, mis sueños, mis revoluciones, mis muertes.

Cantáme una zamba hasta elevar mis brazos como un espectro

y seré inolvidable, lo prometo.

Escribíme un blues urbano,

bien argento.

Un blues complicado y aguerrido,

casi siniestro.

Tocáme en piano, en guitarra, en lo que quieras

y metéme gemidos hasta encenderme,

por un ratito, por dentro.

Abrazáme en blues contemporáneo,

existencial, perverso.

Prometéme una muerte por un rato,

para luego despertar  a veces en sangre y arena, en tu garganta.

Exprimí las cuerdas hasta desencordarlas,

porque me estoy yendo.

Es tarde.

No me escribas cumbia.

Es mucha alegría

.

.

.

.

Noche sin luna

.

Juro que la luna me tiene envidia.

La vi estirándose, con estertores

cuando la miré fijo esta noche.

Acostumbrada a que le canten los poetas y bufones.

Luna de zambas, tangos, baladas, cumbias.

Luna de fotos.

Luna llena, nueva, creciendo y menguando.

Luna.

Luna de extranjeros que la sienten suya y de locales que la observan, noche 

tras noche, desde el bondi.

Esa luna malcriada, que se cree de plata y suspiros,

dueña de musas, de risas, de polvos, de sueños.

Una luna maldita que alumbra la muerte de bestias y artistas,

del pobre, del rico.

Luna injusta, cobarde

y sin compromisos.

Luna en Buenos Aires,

en sures y en nortes.

Luna roja.

Blanca luna.

Luna en negro.

Luna vieja.

Luna apolítica.

Pelota en cielo negro que nunca entra al arco.

Luna de hierro.

De piratas, de guerrilla. De negocios sucios.

De mujeres en calles

revendiendo sus cuerpos.

Luna de conquista, genocidios y gritos.

De ultrajes, de robos.

Siempre en su silencio.

Luna que no agita. Fría. Objetiva. Distante. Narcisa.

Mancha en el oscuro telar de mis sueños nocturnos.

Perfecta.

Hoy estas con rabia, luna idiota.

Hoy él salió a mirarte a mi balcón.

Intercepté su cuerpo.

Lo trepé riendo y le hice el amor.

Te vi que te estirabas.

Dijiste que te ibas, luna medrosa.

Poco me importa esa amenaza.

Ándate.

Yo ya sé cómo encender mi sol de noche.

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