6 de agosto de 2025 — La nueva apuesta por la Renta Básica Universal en Colombia
El edificio del Congreso amanece con una atmósfera distinta: hay expectativa, tal vez algo de esperanza. Hoy, en la Sala de Juntas de la presidencia de la Cámara de Representantes, se radicó formalmente el proyecto de ley para instaurar una Renta Básica Universal—un hito registrado.
El Secretario General, Jaime Luis Lacouture Peñaloza, con voz solemne, certifica la radicación del proyecto de ley número 2011 de 2025, ante los representantes Gabriel Ernesto Barrado Durán, Alirio Uribe y Gildardo Silva Molina, además de organizaciones sociales invitadas, dando paso a los ponentes para que expliquen su contenido.
La tensión se disipa, los líderes resaltan la certeza de que este día por fin se formaliza algo largamente esperado. Se mencionó que la campaña “Renta Básica Ya” y plataformas como “Colombianos por los Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo” son impulsores clave.
Surgido desde el pulso de América Latina—México, Uruguay, Chile, Argentina—el proyecto aspira a una renta básica individual y universal. Se firma con el respaldo de 32 congresistas de siete partidos, incluyendo el Pacto Histórico, Liberal, La U, Verde, MAIS, Comunes y Liga Anticorrupción.
El enfoque es progresivo: Se inicia con el 50 % del salario mínimo para los hogares más vulnerables e irá ascendiendo hasta alcanzar el 100 %—una apuesta por dignificar la vida y avanzar en erradicación de pobreza.
Se aludió a experiencias como Bolsa Familia en Brasil y programas en México que han reducido la pobreza—y se resaltó que el proyecto entrega la transferencia a la mujer cuando el hogar es encabezado por ella.
Más que un subsidio, la renta es un derecho de existencia digna. Se inspira en pilotos de Chicago y Kenia, y prevé integrar programas como “Renta Ciudadana”, “Renta Joven” o “Colombia Mayor” en un solo esquema eficiente y sin burocracia.
La visión futurista, que se plantea en esta política es fundamental ante la automatización, la IA y la pérdida potencial de empleos—como soporte material para que las personas puedan ejercer tiempo libre remunerado.
Aunque impulsada por el Pacto Histórico y afines, se enfatiza su carácter trans-bancada, esperando ganarse el corazón y conciencia de otros partidos. Es una propuesta de justicia social y paz.
Se ha enfatizado en que la renta básica permite recuperar dignidad, y promete ser un derecho ciudadano permanente, para un país más justo, próspero… en paz.
El encuentro culminó con la firma del proyecto, aplausos, y una arenga: “Renta Básica Ya” y el compromiso de movimientos sociales de seguir la tramitación. En ese momento, hay emoción pero también la certeza de que empieza una nueva etapa del debate.
La persistencia y renovación legislativa, da cuenta de que tras un primer impulso frustrado en 2021, la renta básica regresó con más fuerza en 2025, respaldada por congresistas de múltiples bancadas y movimientos sociales que pugnan por instaurarla como derecho ciudadano. La propuesta no solo busca aliviar la precariedad material, sino plantar las bases de una convivencia más equitativa y preparada para los retos de este siglo.Marzo de 2021, Bogotá — En un auditorio improvisado por Zoom, más de 2.000 voces resonaron al unísono: campesinos, indígenas, sindicalistas, profesores, jóvenes, mujeres, representantes de las bancadas alternativas…, todos articulados en la Cumbre Social y Política por la Renta Básica Ya. Fue el 11 y 12 de marzo, y allí se forjó no solo un documento legislativo, sino una esperanza compartida.
La propuesta fue clara y contundente: una renta básica permanente, incondicional, no embargable, para garantizar una vida digna. Se calculó que 7,45 millones de hogares —cerca de 30 millones de personas— podrían recibir entre 320.000 y 480.000 COP según su tamaño familiar, con un costo fiscal estimado del 3,7 % del PIB, financiable mediante recursos como el FOME, deuda, tributos y reorganización del gasto.
Esa información encontró lugar y voz en las páginas de Revista Sur, plataforma en la que se publicó el PDF con bastidores, cifras, argumentos constitucionales, citando a Mandela y Maquiavelo, y una lógica de justicia social que supera el paternalismo asistencial y abogaba por la libertad ciudadana.
16 de marzo, el documento fue oficialmente radicado en el Senado por 52 congresistas. Las señales de alarma: la reforma tributaria, la cual era regresiva, acababa de ser introducida por Iván Duque en plena pandemia, sin tener en cuenta una medida como la renta básica frente a la crisis económica, empezó su camino cuesta arriba ante el Congreso.
Los debates registraron indignación y movilización ciudadana: plantones, foros virtuales, paros locales, pancartas… La campaña #RentaBásicaYA no se limitó al papel; salió a las plazas y las pantallas. Pero el silencio en los pasillos del poder y la represión fueron más fuerte. En junio, múltiples propuestas similares fueron archivadas antes de su primer debate; la Renta Básica Permanente nunca logró consolidar ponencia ni agenda política.
La Renta Básica Permanente es la historia de una propuesta integral —con enfoque de género, autonomía para adultos mayores, territorialidad y control social— que nació en la urgencia de la pandemia y floreció en la articulación ciudadana. Su publicación en Revista Sur le dio voz y edición académica; su archivamiento legislativo mostró el filibusterismo arraigado en contra del apoyo social que retribuye a todas las generaciones en sus derechos básicos. Pero la crónica no termina aquí. Las ideas sembradas siguen vivas, esperando que la legislatura, con más legitimidad democrática, la transforme en ley.