Julio Medrano (Tunja, Colombia, 1985). Poeta, narrador, columnista, artista gráfico, guitarrista en la banda «IMPALED». Hizo parte del Taller de Creación literaria de la UPTC, y del Taller de Narrativa «R.H. Moreno Durán», RELATA, Boyacá.
Su novela Fuego de agosto es ganadora del Premio Novela, CEAB 2021. Ha publicado los libros de cuentos Arena caliente (Premio Libro de Cuentos, CEAB 2019), y Ezis (Fallidos Editores, 2019). Autor de la novela Las buganvillas del cadáver (Premio Alejandría de Novela, 2016). Cuentos suyos fueron incluidos en las antologías Sumergirse (Fallidos Editores, 2019), en Todo se sabe en este mundo – Antología de ficción (Fallidos Editores, 2019), en Pandemias crónicas – Relatos del confinamiento (Alejandría, 2021), en Antología de Microrrelatos Esotéricos (Editorial Avatares, 2021), en La soledad de las jirafas – Antología de cuentos colombianos recientes (Malasangre editorial, 2021), en Árbol del Paraíso – Narradores Colombianos Contemporáneos (Editorial Común Presencia, Bogotá, 2012), en la Antología de cuentos Boyacá tierra de escritores, (Editorial Corporación Alejandría, Tunja, 2017), y en la antología I Certamen Mundial Excelencia Literaria III (M.P. Literary Edition, 2015). Poemas suyos han sido incluidos en la antología poética Colección Cosecha Boyacense (Editorial Corporación Alejandría, Tunja, 2017), en las revistas digitales Burdelianas Poetry, Escritores colombianos y, Poetas colombianos – E. Sánchez Nieto. Recientemente fue publicado en la Antología Recital Nacional de Poesía – Homenaje a Juliana Giraldo (Eshac, 2020). Obra suya ha sido publicada en la hoja literaria Poesía UPTC, en la revista virtual La tierra baldía.
***
De noche cuando el carcelero duerme
La mañana es la noche del alma.
David Foster Wallace
I
De noche
cuando el carcelero duerme,
el alma mía sale a vagar
salvaje entre árboles,
labios y semillas.
Se escurre efímera bajo las sombras
y la tristeza de otras carnes.
II
De madrugada
cuando el cuerpo insomne,
el alma vuelve mustia,
empuña el cuchillo
y corta los párpados del carcelero.
III
De día
sin escafandra y sin arpón
se hunde en la húmeda carne.
Al cordón del viejo lecho
se anuda.
.
.
.
.
.
Silencio
El tiempo pertenece al silencio.
No puedo escuchar este poema.
El celular vibra en su afán
por el abismo humano: la distancia
del rocío que cae en el parque,
y la llamada que no quiero contestar.
Una sombra trémula afuera de mi ventana.
Es la nada que adivina mi nombre,
sabe que trabajo,
advierte que te escribo.
¡Oh! Mutismo que nutrió
los primeros días.
¡Silencio! Este poema guarda también algo para ti, le digo,
pero todo murmura y no puedo oír ese algo.
No escuches más este poema,
guárdalo -por estridente-
en tu libro de flores secas.
.
.
.
.
.
Flor: Ceniza
Tú
herrumbre
esparcida
sobre mi lecho.
Tu recuerdo
contamina mis palabras,
salta por la ventana…
de mosca
en mosca.
Un cigarrillo, un café y un silencio.
-frío y grande-
aquelarre de
papel y tinta.
Tus flores,
ceniza.
.
.
.
.
.
Amante paraíso
Tomé una silla
y acomodé
a mi sombra
en su silencio,
con sus amantes
ojos de enferma.
Decidí no hablarle,
saqué del bolsillo
un bolígrafo
y un pedazo de papel.
Ella me señaló
con su seca
y negra mano ¡que no!
que no leería lo que le escribiese.
Pero una caricia
al humo
de su cigarro,
bastó para
aniquilar su desprecio
y huir con ella en la luz neón del cuarto.
.
.
.
.
.
Conciliación del poeta
Quién de nosotros dos
se atreverá a sonreír
luego del grito y la injuria
ante el espejo.
Quién de los dos usará la máscara,
más de lo que en ella habite
está el silencio.
De quién es el turno de reír
en este cuerpo maltrecho.
Uno y otro habitamos
el yermo pecho.
Un abismo y un lecho,
rondan nuestras noches. Nos engañamos
para besar una vida más allá de la propia.
¿Estrechamos una tregua?,
pregunta el poeta que abandonó el oficio
para ser familia,
a este otro
anclado
al regazo de la amada.