Ancízar Arana Cruz, nacido en Santiago de Cali y radicado en la ciudad de Palmira – Colombia. Sus primeras inquietudes literarias fueron durante los años de colegio en donde escribió el poemario inédito “Sueños en esencia de mujer”, posteriormente publicó en el año 2000 el libro “Un sueño lleno de poesía”. Sus poemas han sido publicados en varias ocasiones en la revista de la Fundación Plenilunio de Cali; ha participado en encuentros internacionales de poesía en Ecuador, Perú y Argentina, así como en diferentes encuentros de poesía nacionales e internacionales realizados en Colombia. En el año 2018 recibió la distinción “Libro de Oro” de la Casa del Poeta Peruano sucursal Juliaca, al ganar el primer puesto del séptimo concurso de poesía que realiza esta institución en conmemoración de sus 30 años de creación, con su libro “Vocación de barro”, el cual fue publicado en noviembre de 2019 por Ancla ediciones, sello personal de publicaciones con el cual ha publicado revistas poéticas del personal de interno de la penitenciaría donde labora y de diferentes poetas locales.
Desde hace 20 años es funcionario del INPEC, actualmente labora en la penitenciaría de alta seguridad de Palmira en donde combina su labor institucional, con el quehacer poético y cultural, realizando la campaña “La poesía libera”, que tiene como fin la recolección de libros de poesía para ser donados a la biblioteca del penal y la promoción del amor a las letras a los privados de la libertad con la creación y desarrollo desde hace varios años, del taller de escritura creativa “Versidiarios”. De igual forma es el creador y gestor cultural del concurso municipal de poesía “Versos en fuga” dirigido a la población privada de la libertad y apoyado por la secretaría de cultura de la ciudad, en sincronía de grandes poetas nacionales y extranjeros. Actualmente es el director del Festival Internacional de Poesía de Palmira.
– Ha sido jurado del festival y concurso de poesía escolar Madre Gabriela del San Martin en varias ocasiones
– Publicó las antologías poéticas “vuelo de palmas” y “metáforas al viento” como memorias de los festivales de Poesía de Palmira del año 2020 y 2021.
poemas del libro vocación de barro 2020.
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Aquí estaré
Búscame aquí entre las ondas
que la poesía ha hecho en el charco de mis días,
detrás de verbos conjugados a fuerza de no dormir.
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Estaré descansando
en las cuerdas de una hamaca,
abrazado al vientre de mis palabras,
tan mías como ajenas.
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No estaré esperándote adormecido
en el prado de mi tumba,
no contestaré allí ninguna de tus oraciones.
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Serán mis versos mi propio cementerio
rebosante de llamados,
contendrán ecos de mi infancia
como un cántaro a medio llenar,
hablarán de ti en un idioma que no conoces.
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Allí estaré tatuado de barro y fuego
debajo de mi desnudez,
allí, una y otra vez sobre tus labios
al pronunciar mis versos
susurrándote al oído
el triunfo de la poesía sobre la muerte.
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En la cal de la cocina
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Hace falta que mi abuelo
me hubiese enseñado el momento exacto
cuando la alcancía de la tierra
recibe las semillas del naranjo
o el grano del maíz
asciende hacia el alba de la cosecha.
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En la oquedad de sus manos se durmieron
los misterios de la molienda, de la ubre,
el vuelo imprescindible de la pacora
en el vientre del cañaduzal,
y un millar de caricias perdidas
entre su orgullo de capataz
y mis infantiles pasos citadinos.
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Hubiese deseado conquistar
con mis anzuelos el arrullo de su voz,
escuchar juntos el grito del azúcar
bordado con fuego en la pavesa migratoria,
ser agua en sus desérticos labios.
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Ahora somos mapa de un continente lejano
dibujado con hollín en la cal de la cocina,
nos atraviesa la nostalgia hecha polilla
y el olvido se atreve a subir por su recuerdo
disolviéndolo de todos los retratos.
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Afonía
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Quise ser lluvia
y llevar entre mis sílabas
la ruleta del rayo
o la canción de la llovizna.
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Estancar en la batea de mis manos
los ecos adormecidos
en las hojas de los almendros.
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Quise que las nubes me nombraran
con su boca de estruendos,
precipitar mi abecedario
huérfano de alas
contra la espalda del mundo.
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Huracán sin nombre
en el ombligo del día, quise ser.
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Solo fui silencio.
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Las huellas de mi padre
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El reloj quiebra sus metáforas en tu espalda,
en la intimidad de tus ojos
un diccionario de recuerdos
teje con agua retazos de infancia.
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De tu boca, las palabras saltan,
remontan ríos, emergen entre cañaduzales
como pelusas adheridas a mis pantalones rotos.
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Extiendo la mano y tu niñez me toca,
me invita a ser espejo,
a caminar por la huerta de mi abuela
entre el cilantro y la nostalgia.
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A ser viento en la cima del árbol,
temblor al filo del anzuelo,
cometa, pájaro.
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A la vera de nuestra nueva infancia,
mi hija cocina tus palabras
en el fuego de sus pupilas,
borda flores en su delantal de silencio.
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Juntos fabricamos ungüentos
con el inventario de tus recuerdos,
desandamos caminos de memoria
bajo la luz de tus huellas,
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y abrazados en el círculo de tus labios
somos pan en el fuego del tiempo.